Ayer mientras acompañaba a mi professor de fotografía a un trabajo en Downtown al final del día, me encontré con un Miami humano, un Miami que a pesar de la crisis sigue en movimiento.
Su gente, un martes cualquiera de semana, parecía un domingo de verano, muchos grupos de ciclistas recorrian sus calles, corredores iban y venian de Key Biscayne, seis de la tarde y la playa llena de gente, otros pescaban, los niños en los parques jugaban baseball, otros futbol, montaban bicicletas los mas pequeños, abuelos como yo paseaban tomados de las manos, el parque de perros de Coconut Grove, no le cabía ni un carro más, ejecutivos caminaban encorbatados al salir de sus oficinas, el sol brillaba y la ciudad se convertía en humana, hasta caer el atardecer.
Ayer descubrí de nuevo, lo que es vivir en libertad.