Un Noviembre ella se iría,
bajo la montaña y dejó su olor a vainilla sobre la almohada,
ya no sería lo mismo,
la mariposa se estaba transformando y no lo sabía.
El escuchaba en silencio el sonar de la lavadora y nunca pensó, que ella
más nunca volvería a ser,
aquella mariposa que acariciaba siempre entre sus manos, que
disfrutaba en silencio su compañía y
mientras bajaba con lagrimas en sus mejillas,
la luz de su nuevo camino encontraría.
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